Haruki Murakami se ha transformado en un éxito de ventas, uno de esos escritores que se encuentran en tiendas de revistas o de aeropuertos, de esos libros de bolsillos que te sacan de apuros en un vuelo tedioso o en un viaje de tren agotador. Sin embargo, a mi no me importa que sea un éxito de ventas ni que sea tan popular como Isabel Allende, lo que me importa es lo que me transmite en cada uno de sus libros, a los lugares que me transporta y como me transporta, porque cuando leo Murakami entro en la piel de sus personajes y no salgo de ahí hasta que el libro y la experiencia literaria han terminado. Murakami es de esos autores que se devoran, que se leen con ansias de terminar sus libros, de llegar al final, pero cuando terminas te das cuenta que no disfrutaste suficiente de esas palabras que tenían mucho que decirte.
En uno de sus libros Haruki explica con una belleza oriental, simple pero precisa, el misterio de las relaciones humanas.
Este extracto simplemente me encanta:
"C'est à ce moment-là que j'ai compris que nous étions de merveilleuses compagnes de voyage l'une pour l'autre, mais en fait à la façon de blocs de métal solitaires, qui suivent chacun leur trajectoire. Vu de loin, ça paraît aussi beau qu'une étoile filante ; seulement, dans la réalité, nous ne sommes que des prisonniers, enfermés dans nos habitacles de métal respectifs.."
"Es en este momento, que yo entendí que nosotros éramos maravillosos compañeros de viaje el uno para el otro, pero a la manera de bloques metálicos solitarios que siguen cada uno su propia trayectoria. Visto de lejos, eso parece tan bello como una estrella fugaz; solamente que en la realidad, nosotros no somos más que prisioneros encerrados en nuestras cabinas de metal respectivas"
Esta frase es del libro "Les amants du Spoutnik"