miércoles, 30 de septiembre de 2009

Parigi, Parigi !!!


Est-ce que j'ai le droit de partir ?

Paris no me deja partir, quiere que me quede y hace lo imposible para que sigamos juntos, tal como la modelo de la foto con la Torre Eiffel amarrada a su cabeza...

mis planes se hicieron agua y me quedo un año más aquí por lo que parece...

no es malo, Paris está lindo, no florece pero tampoco se congela, el verano no se nos va...

y los museos ofrecen sus mejores exposiciones
así que me quedo feliz...

Simplemente Zelda




Este verano hice un gran descubrimiento: conocí a Zelda Fitzgerald. Mientras viajaba tomé “Alabama Song” uno de los libros de mi compañero de viaje, un libro de Gilles Leroy que ganó el “Premio Goncourt” – el premio mayor de literatura en Francia – el año 2007. Después de muchas investigaciones que este escritor realizó en Estados Unidos y en Francia, pudo escribir esta novela sobre la vida de Zelda, la esposa del escritor Francis Scott Key Fitzgerald, autor del “Gran Gatsby”.

Conocer este personaje es gratificante, pero adentrarse en su piel puede volverse desgarrador. Zelda es una más de esas musas inspiradoras, creadoras, mujeres extorsionadas por sus parejas artistas que finalmente se vuelven frustradas por sentirse utilizadas, sentirse un instrumento, una fuente inagotable inspiración y creación para sus parejas. Zelda como Camille Claudel fueron usadas por sus esposos o convivientes, y tal como Rodin le robaba las esculturas a Camille, Scott husmeaba en los diarios personales de Zelda para nutrirse de ideas.

Además lo interesante de esta historia es que Leroy no cuenta la historia de este personaje de los años 20 como un simple espectador o como una tercera persona tal como lo hace Nancy Milford en la “Vida de Zelda Fitzgerald” o en las “Cartas de Amor y Guerra”, si no que escribe desde la propia Zelda como si fuera un diario de vida. Este autor narra desde su juventud en Montgomery (Alabama) donde esta muchacha proveniente de la alta aristocracia sureña estadounidense irradiaba energía y belleza, hasta sus años de interna en un psiquiátrico. Leroy habla de las frustraciones, las los fantasmas y las angustias de esta mujer que siempre estuvo en las sombras de uno de los escritores más importantes del siglo XX, porque Zelda no era una mujer de relleno, si no que ella quería tener un espacio como artista… espacio que nunca tuvo.

 ¿Qué habría sido de Zelda si hubiera nacido en esta época? ¿Habría logrado ser una verdadera bailarina, escritora o actriz? ¿Habría sido más famosa que Fitzgerald?


lunes, 28 de septiembre de 2009

Manifeste



Estracto de la película "Exils" de Tony Gatlif : "It's time to talk to those who were absent, to talk about those who were always wrong. It's time to speak to those who live without Democracy in general. It's time to speak about Freedom, Freedom, Freedom."
Como buen gitano, Tony Gatlif narra en sus películas el viaje, el tránsito, el reencuentro del pasado, el reencuentro con una parte escondida de uno mismo. Sin embargo, este estracto, del comienzo de la película relata sobre las ausencias y los desaparecidos, "es tiempo de hablar de libertad"... pero las palabras se contradicen con las imágenes de cuerpos desnudos, libres que comen helado mirando la ventana de una ciudad.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Paris et moi



Con París tenemos una extraña relación de años… una relación que se inició cuando era niña y soñaba con esta ciudad, sus calles, sus poetas, escritores y artistas. Un lugar que fui descubriendo a medida que más leía. Una ciudad donde me paseaba imaginariamente de la mano de Cortázar y Oliveira, lugar que anhelaba aún más con las historias de la Revolución y del Mayo Francés…

Cuando llegué París me enamoré a primera vista dejando novio, amigos, familia y una vida entera. Cada calle y cada barrio que descubría me hacían sentir cosas distintas que me empujaron a quedarme aquí. Esta ciudad que soñaba, donde todas mis ilusionas estaban puestas, en la ciudad de la luz que nunca duerme y donde es casi imposible aburrirse, me sedujo hasta que me quedé, cambiando de idioma teniendo que armar nuevos proyectos y un futuro.  Aquí conocí gente que me hicieron cambiar mis ideas y que me mostraron una nueva imagen de mí misma, que me hicieron darme cuenta que a veces esos que parecen enemigos pueden ser tus mejores amigos y esos otros que parecen más similares a ti, al final no tienen nada que ver contigo. También aprendí que a veces la soledad, las ausencias y todo eso que dejaste, te pueden dejar un vacío imposible de llenar ni con los castillos más hermosos, ni la vida nocturna más apasionante.

Finalmente me transformé en una parisina más y la agitada vida que en un momento me gustaba comenzó a consumirme y terminó por agotarme… Las largas horas en el metro, los clochard borrachos, las estaciones plagadas de ratones y los departamentos 4 x 4 me hicieron reflexionar sobre el tipo de vida que quiero tener. No se si la belleza de una ciudad, sus museos, su cultura y la cantidad de gente interesante que puedes encontrar es suficiente para aguantar subir cada día 9 pisos.

Quizás simplemente tenga que buscarme una casa más grande sin tantas escaleras y comprarme una moto para no tener que pasar tantas horas en el metro insoportable de Paris. Quizás ya sea la hora de decir adiós, de buscarme otro lugar, donde me sienta mejor, una ciudad más pequeña, más acogedora, con más espacio, con precios más baratos, donde sienta que no estoy en un desfile de modas y donde pueda andar a pie.

No se si sea la mejor decisión, pero creo que ya es hora: Paris te dejo, no se si para siempre, pero al menos lo haré por un momento. Se que te extrañaré, que nunca será lo mismo sin ti, se que me faltarás, que extrañaré tus calles con kebabs y tus crepes, tus edificios haussmanianos, tus cafés, tus crèmes brûlées, el sena, tus parques, el canal saint-martin…

Alguien me dijo una vez que después de vivir en Paris no se puede vivir en ninguna otra parte, que siempre nos faltará, pero necesito un respiro. Quizás vuelva antes que salga el sol...